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Juego literario, por el Día Mundial del Teatro.

Amigos, en el marco del Día Mundial del Teatro, 27 de marzo, les comparto este pequeño juego literario que he redactado utilizando algunos nombres de obras que aparecen en mi registro de Teatro en El Salvador.
En el texto aparecen entre comillas los nombres. Denle una mirada, quizá encuentre la suya.
“Yo, Lucía”, en cumplimiento de la cuarentena residencial obligatoria, declaro que me encuentro “a puerta cerrada”. Mis “vecinas” “de la calle” de atrás, al parecer, han descubierto “el secreto más terrible”, porque gritan como “cerdos” que van al matadero. Ya me dio “hambre” otra vez, y se me acabó la comida. Dicen que para comprar comida hay que salir con una bandera blanca en la mano, aunque yo preferiría una “bandera negra”, pero lo dejo todo mejor en “las manos de dios”, total, mi abuelita dice que tengo un “ángel de la guarda”. Lo malo de vivir en la “última calle poniente” es que todo queda lejos y hay que atravesarse “los rieles” del tren para llegar a la despensa. Los de este lado parecemos “criaturas” extrañas, a mí se me quedan viendo como si fuera un “fenómeno”, ni que viviera en “Macondo”. Lo bueno es que, en tiempos normales, aquí “la fiesta” no se detiene, “algún día” volveremos a bailar en la calle bajo la “luna menguante”, por ahora será mejor que nos mantengamos en nuestros “escondites”. Ojalá mi “mamá” estuviera conmigo para que me leyera ese “cuento de navidad” que tanto me gusta, la extraño, a pesar de que cuando se enoja me grita <<“si vos no hubieras nacido”, yo me hubiera ido para los Estados>>, ella no entiende que “no solo duelen los golpes”, a veces es muy “mala sangre” conmigo, es de ese tipo de “querencias” que uno dice: con amigos así, ¿para qué quiero enemigos? Pero, ¿quién la manda a intentar irse con “el loco” de la esquina a terminarse “a tragos lentos” esa botella de aguardiente? Ahora, que se aguante los 30 días detenida, digo, retenida, quizá pensó que no le iban a seguir “el rastro” y que se iba a salir con la suya, ni tiempo le dieron para “la huida”. Pienso que me hubiera gustado vivir “al otro lado del mar”, aunque “de este lado también hay sueños”, no es que tengamos “opciones múltiples” de sueños, pero algo hay. Me gustaría estudiar alguna rama del “arte”, quizá teatro, pero “el avaro” de mi papá no va a querer mandar la remesa para pagarme el diplomado de la Matías, es más fácil que se convierta en “Supermán” a que me lo pague, ya me lo imagino diciendo <<ay, mi niña, si apenas me alcanza para la comida>>, siquiera me dijera “mi niña” en náhuat, como me dice la seño Nati: “Nusiwapiltzin”. A mí me gustaría que me concedieran unos “3, 4, 5 deseos”, así podría pedir eso. “El vacío” que siento en plena cuarentena quizá solo se ha de comparar con el que quedó después de la “extinción de los dinosaurios”, enormes “incendios”, el mundo “a la deriva”, “la señorita” de ciencias dice que las “bandadas de pájaros” lograron salvarse y que mucho tiempo después apareció “el cavernícola”, pero eso, a mí, no me consta. Sigo con hambre, deberían crear una aplicación que muestre todos los supermercados y te indiquen donde están “los más solos”, para no hacer tanta fila. Las “vecinas” siguen gritando, ¿habrá habido alguna “petición de mano”?
Dios mío, ¡no me he lavado las manos!, ya parezco Blanca, la que sale en “TOC TOC”.
René Figueroa/marzo de 2020.