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Iba por el teatro, y encontré el río.

agosto 15, 2022 2 comentarios
Río Sensunapán, Cantón Sisimitepet, Nahuizalco, Sonsonate, El Salvador. 13/agosto/2022.

El sábado pasado iba en el plan de darle cobertura fotográfica a un evento teatral comunitario, presentado por el grupo «Teatro Tuhuapán», que forma parte del Colectivo Alcapate. La puesta en escena es el proyecto ganador del Premio Ovación 2021, que entregó el Teatro Luis Poma a Óscar Guardado, Astrid Francia, Marco Paiz y Karla Coreas, el año pasado.

Sabía que haríamos un recorrido por la zona, visitaríamos un santuario en un nacimiento de agua, pero no tenía del todo claro si nos llevarían hasta el lecho del Río Sensunapán, por cuestiones de tiempo. La comunidad ha estado luchando durante años por este río, y en la actualidad mantienen una campaña para decirle «no» a la octava hidroeléctrica (#LaOctavaNoVa).

Desde hace dos meses estoy en terapia cognitiva conductual, debido a una recaída, después de 13 años, de un trastorno de pánico agorafóbico. La caminata y el terreno escabroso sometieron a mi cuerpo a una carga física a la que no estoy acostumbrado. Hubo un momento de la caminata, justo antes de llegar al lecho del río, en el que sentí que las piernas me flaquearon y decidí ya no bajar, temiendo que mi cuerpo no resistiera y que eso me fuera causar un ataque de pánico. Pero después de pensarlo un momento, y decirme que ya estaba a pocos pasos, retomé el camino y terminé llegando al río. Por supuesto, fueron muy gratificantes el paisaje visual, la referencia auditiva del caudal, la compañía de los amigos y el respirar ese aire puro de la zona, pero la energía del río fue imponente.

Bajar o no bajar, esa es la cuestión. (Foto por Marco Paiz-13/agosto/2022)

Lo que faltaba era regresar: piernas cansadas, mascarilla, el arnés con 12 lbs de equipo fotográfico y el terreno con gran pendiente. Por suerte, un colaborador del colectivo se ofreció a ayudarme a cargar el arnés. El regreso estuvo pesado, pero mi cuerpo lo resistió. Llegamos al sitio donde se llevaría acabo la representación teatral, tras la cual hubo una invocación indígena de los 4 rumbos, comida típica de la zona y venta de artesanías.

Para mí, que estoy justo a media terapia debido al trastorno de pánico, la reacción de mi cuerpo fue reveladora, y esto, sumado al ambiente espiritual, natural, artístico, cultural y amistoso de todo el evento, tuvo un efecto sanador ante esos monstruos que me habitan la cabeza. Fue un golpe de luz en medio de esa oscuridad, que, sin duda alguna, será de una gran ayuda en todo mi proceso para recuperar mi libertad mental.

Les comparto algunas fotos de todo el evento en este enlace.