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La peligrosa desesperación del entusiasta de la fotografía.
Ser un principiante y un entusiasta de la fotografía es algo bueno y muy respetable, todos los grandes fotógrafos alguna vez lo fueron, nadie nació siendo el Cartier Bresson que teorizó sobre el momento decisivo.
A todos nos ha pasado, en algún momento, que creemos que tener el mejor equipo fotográfico nos hará ser mejores fotógrafos, o que tener un gafete que diga «fotógrafo» nos hará mejores fotógrafos y muchos hemos aprendido que no es así. Yo lo he vivido, no me da pena decirlo, pero también he podido darme cuenta de que la cosa no va por ese rumbo, lamentablemente, cuando lo necesité, no hubo alguien que me dijera que no estaba haciendo lo correcto.
El peligro del entusiasmo es cuando se cae en la desesperación. Debemos estar conscientes de que los conocimientos siempre necesitarán la dedicación y la seriedad en su estudio para llegar a nuestros cerebros, la red puede estar llena de información, de hecho lo está, pero cada quien tiene un proceso de aprendizaje propio, con su propio ritmo, pero los conocimientos no nos llegarán por bluetooth. Sé que estamos en la era la inmediatez, queremos la computadora más rápida y así. Esa desesperación es muy peligrosa. Antes de desesperarnos hay que cuestionarnos si realmente somos buenos en lo que hacemos, si tenemos la vocación, si estamos haciendo las cosas al derecho o al revés, es decir, si estamos aprendiendo para luego saber si realmente necesitamos más equipo fotográfico o si estamos «necesitando» equipo para luego darnos cuenta de que no lo necesitamos.
El principiante entusiasta debe cuestionarse sus conocimientos. Debe preguntarse, por ejemplo, si conoce lo suficiente de composición fotográfica, como mínimo, y no me refiero solo a saber la básica ley de los tercios, me refiero a si el entusiasta conoce las variadas formas de composición creativa. Por ejemplo, ¿han oído hablar de la dinámica del encuadre, de la tensión diagonal, del balance, del ritmo, del peso visual, la triangulación, la compresión del lente, entre otras muchas otras cosas técnicas?. Debe cuestionarse si conoce el comportamiento de la luz, el famoso cuadrado de la distancia, por ejemplo. ¿Sabe cómo hacer balance de iluminación cuando hay diferentes temperaturas de color en una misma escena?¿Quién es su «dios» de la fotografía?¿Cuanto tiempo le dedican a analizar las fotos de los clásicos de la fotografía?¿Ve el trabajo de los contemporáneos?¿Ve obras de arte de los grandes pintores clásicos?¿Y de los contemporáneos?¿Tiene al menos un libro de fotografía que haya terminado de leer y entender?¿Le dedica tiempo a entrenar el ojo viendo fotos?¿cuánto tiempo dedica?¿Diseña sus fotos, aún cuando está en una asignación en el campo o solo dispara el obturador?
Y podría preguntar mil cosas más, pero el punto es que si se desconocen cosas que acá he mencionado, quizá estar pensando en adquirir un mejor equipo fotográfico no sea necesario en este momento. Quizá sea hora de dejar a un lado la desesperación y plantearse si lo que se busca es obtener reconocimiento o crear. Si alguien es bueno en lo que hace, con toda seguridad, los reconocimientos llegarán, y si alguien realmente disfruta lo que hace, eso no le causará preocupación.
Tener el mejor equipo fotográfico del mundo no hará a nadie mejor fotógrafo de lo que realmente es, eso sólo le hará un poco más cómodo el trabajo y lo hará un poco más pobre.
Un obsequio al Presidente Funes en El Mozote. 16/01/2012.
Pedro Maravilla es un artesano salvadoreño que llegó al caserío El Mozote, el pasado 16 de enero de 2012, al acto oficial de la conmemoración de los 20 años de los Acuerdos de Paz, al cual asistiría el Presidente de la República, Mauricio Funes. Desde temprano, Pedro comenzó a elaborar, en el mismo lugar donde se llevaría a cabo la ceremonia, una artesanía que quería entregarle personalmente al Presidente. A pesar de que el acto estaba programado para iniciar a las 10 A. M., a esa hora, Pedro aún no había terminado su artesanía y el retraso en la llegada del Presidente estaba a su favor. Pedro elabora artesanías cuya materia prima es la caña de azúcar. Minutos antes de la llegada del Presidente a la ceremonia, Pedro terminó el obsequio y lo mostró muy orgulloso, haciendo hincapié en que lo había elaborado en el lugar. Al finalizar la ceremonia, Pedro se acercaría a la seguridad Presidencial para solicitar permiso para entregarle personalmente el obsequio al Presidente Funes. Esta es la historia en fotografías.
- Finalmente Pedro logra la autorización y le entrega la artesanía al Presidente.
- Pedro, de espaldas y camisa blanca, se acerca a la seguridad Presidencial a pedir permiso para entregar personalmente el obsequio al Presidente Funes.
- Vista de la artesanía elaborada por Pedro Maravilla en el lugar de la ceremonia.
- Pedro da los toques finales a su trabajo.
- Pedro elabora su artesanía. Al fondo puede verse la mesa de honor de la ceremonia.
- Detalle del recorte de las letras hechas con la corteza de la caña de azúcar.
- Detalle de la elaboración de la artesanía, hecha con caña de azúcar y vidrio.
- Pedro Maravilla, artesano salvadoreño.